Liberalización del cannabis reduce percepción de riesgos asociados a su consumo dice la ONU

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Fumar Cannabis

Según el informe de la JIFE en los países que permitieron la liberalización del cannabis implantando programas de cannabis medicinal, su consumo recreativo aumentó. Además, destaca a América del Sur en donde una mayor disponibilidad de la sustancia en la región puede reducir “la percepción de los riesgos” que conlleva su consumo.

El informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes dependiente de la ONU publicado la semana pasada, señala que en países en los que se puso en marcha algún tipo de iniciativa para regular la venta de cannabis con fines medicinales, la disponibilidad de la sustancia aumentó “reduciendo la percepción de los riesgos asociados a su consumo”.

La JIFE es el órgano de Naciones Unidas encargado de velar por el cumplimiento de los tratados internacionales en materia de drogas, unas sustancias que según los tratados únicamente deben usarse con fines médicos y científicos.
Según declaraba a Efe el presidente de la JIFE, Viroj Sumyai, existe una percepción errónea de que el cannabis no es malo. Pero subrayó que fumar cannabis es peligroso como lo es el tabaco ya que ni el uno ni el otro están exentos de químicos y se podría convertir en un problema de salud pública en el futuro.

El informe hace particular mención a América del Sur en donde se registran unos porcentajes de consumo de cannabis alguna vez en la vida (prevalencia de vida de consumo de cannabis) que van del 26,1% de la población en Uruguay al 3,6% de Bolivia y Perú, o un 19,7% en Argentina. Este ultimo dato sin embargo no se corresponde con el derivado del sexto estudio nacional sobre el consumo de nuevas sustancias psicoactivas a cargo de la Secretaria de Políticas Integrales sobre Drogas de Argentina (SEDRONAR) y la Dirección Nacional del Observatorio Argentino de Drogas de 2017 que concluyo que el cannabis era la sustancia más común con una prevalencia de su consumo en la población encuestada del 7,8%.

Además en Argentina, Colombia, Paraguay y Perú, el cannabis siguió siendo la droga ilícita más ampliamente disponible y de consumo más generalizado. Uruguay por su parte se llevo un rapapolvo ya que según la Junta el país ha estado contraviniendo la Convención Única sobre Estupefacientes desde que en Julio 2017 el país dio luz verde a la venta de cannabis para uso recreativo en farmacias. La Junta esta a la espera de que el Gobierno uruguayo le haga llegar “en un futuro cercano” una evaluación sobre las consecuencias de la liberalización del cannabis en la salud pública.
En Estados Unidos, según datos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas siguiendo la aprobación de leyes estatales sobre cannabis medicinal, un más fácil acceso al cannabis podría suponer que 1,1 millones de adultos consumen cannabis ilícito y 500.000 adultos podrían tener trastornos relacionados con el consumo de cannabis.

Contrarrestar la menor percepción de riesgos tras la liberalización del cannabis

Una percepción de un menor riesgo asociado a su consumo se puede derivar de la liberalización del cannabis, pero se puede contrarrestar con una buena campaña de comunicación y prevención, en la que se distinga muy bien la diferencia entre sus usos: el uso medicinal y el recreativo. Ya que consumir cannabis en gotas o aceites ya ha demostrado ser beneficioso para tratar algunas dolencias mientras fumarlo esta relacionado con dolencias pulmonares o del sistema nervioso central entre otras. Un ejemplo es el del opio, el cual es una medicina que bien utilizada es necesaria para eliminar el dolor en algunos pacientes pero sin control puede derivar en una fuerte adicción. En este sentido muchos expertos opinan en base a este estudio que es el Estado el que debe ser responsable de proporcionar las plantas y el aceite haciéndolo llegar a todas las personas que lo necesiten. Ello garantizaría un medicamento de calidad y consistente.

Un mensaje que es confuso en tanto que tal como ya publicamos hace apenas unos meses la OMS se planteaba reclasificar el cannabis para uso medicinal fuera del grupo de drogas duras.